18 de febrero de 2012

Amarillitos.

La miel se pone oscura cuando nada en el río. Todo lo que cae al río oscurece: el durazno, sobre todo. Y el cielo anuncia los pasos que se acercan, para que la tierra absorba el agua y pase desapercibida. Las montañas desde lejos sacuden sus lomos y empañan el viento, que pide silencio. Es la nuca vibrante, el latido, lo que adormece el ciclo sin fin, como un aviso para ahorrar minutos de sanación, oportunidades de salvación. Una esfera errante flota bajo nuestros pies, que corren en su contra para que ya no vuelva a rotar ni una vez más. Y los chicos, que se paran a mirar la pasta verde de una sien primitiva, arbitraria... Ellos abren los ojos muy grandes, tiran sus brazos hacia atrás, abren la boca y... Ya les robaron el tiempo de expresarse. Esta marcha siniestra se refugia tras bloques de concreto y sale por las noches a correr.

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