30 de mayo de 2011

Tuuu, tuuuu.

Colgué colgué, colgué porque me daba paja todo: escribir, comentar, pintar, prender la compu, hacer lo que 'tengo que...', etcétera, etcétera. Pero güen... Apesar del cuelgue sentía ganas de escribir, comentar, pintar, por ejemplo. Ganas de leer nunca faltaron, siempre ando chusmeando blogs y cosas y mares cerebrales y derrames espirituales de gente que te desgarra porque escribe como la puta madre, entonces es inevitable colgar con leer, eso no existe, no pasa por la cabeza de nadie. Por eso me voy a poner al día porque hoy siento que lo necesito, necesito compartir mi verborrea y saborear la que comparten los demás, y hacer comentarios y esas cositas de bloggers figureti que navegan y por ahí naufragan (como yo, claro) en el ciberespacio.
Colgué colgué, colgué porque no tenía ganas ni de levantar los brazos, claro que por cansancio, sí... Pero cansancio espiritual, almático, oriundo del corazón... Aveces me pasa y me pinta la verborragia, pero esta vez sentí que no me escuchó nadie y me callé, sí sí. Y ahora me atacó de nuevo... Y pensé en ir a un psicólogo que, por alguna razón traumática, va en contra de mis principios... Entonces me acordé de que tengo un blog y tuve la brillante idea de ponerlo al día, de liberarme por acá, siempre sin importar que alguien se detenga a leer, de apilar toda la mugre que palabreo en un mismo lugar, de hacer uso de este cuaderno interminable que es un blog... Sin dejar de lado mis quichicientos cuadernillos con escritos y barcos y cosas... Buen, capaz que mañana sienta ese cansancio horroroso y taciturno una vez más, pero hoy tengo ganas de esto y de tener ganas de esto mañana, de darle uso a este coso virtual, de leerlos (no sé a quien me dirijo, juejé) y meterme de nuevo en esta sociedad de desconocidos que se babosean las palabras entre todos y que, fuera del frío de la tecnología, es una sociedad muy acogedora. No sé si estoy diciendo boludeces, capaz que sí, pero tenía ganas, y cuando tengo ganas debo aprovecharlo porque mañana... Mañana capaz que abro los ojos y...

Fragmentado me respondo.

Sé que estaba en vos,
en la cumbre.
O en mi,
por el llano.
Y buscabas el azul (a vos)
y yo el verde (a mi)
Y por eso nos perdimos.
Vos necesitabas
lo amarillo del Sol.
Yo el rojo del fuego.
Vos querías un complemento
con el cual unificarte.
Yo quería algo opuesto
para diversificarme.

Se hizo tan largo el camino
que nos perdimos los dos.